4 de noviembre de 2012

Crítica de cine: Skyfall, de Sam Mendes

Skyfall estuvo en el limbo durante un año. Crisis de los estudios, la franquicia en stand-by, un guión que no existía, en busca de un director. Y todo ello se nota en esta película, en el sentido de que es una película que surge de retazos, abandonos y vueltas al clasicismo. Abandono de la trama de fondo de las dos películas anteriores, Casino Royale y Quantum of Solace: nos olvidamos (¿momentáneamente?) de la organizaciòn Quantum (la nueva Spectra) para terminar de pulir a este nuevo James Bond... y volver a unas ciertas raíces, aunque puestas al día. Era lógico reinventarse: nuevo escenario geopolítico (el discurso de M ante las autoridades en esta última entrega es la culminación de un largo proceso), nuevas mentalidades (el sexismo/el machismo/la misoginia del personaje, aun estando presente, ya casa poco con nuevas generaciones de espectadores), nuevas maneras de concebir el cine de acción (Jason Bourne mediante; incluso los juguetitos de Q resultaban autoparódicos en las entregas de Pierce Brosnan), nuevas maneras de captar al espectador y llevarlo a una sala de cine. Internet lo cambió todo y hay que reciclarse o morir. Y el reboot de la saga Bond es una buena muestra. 

Con Casino Royale nos pusieron la miel en los labios y, hasta cierto punto, nos la retiraron en la siguiente entrega. Pero ambas cintas, formando un diptico, conformaban el ensayo general de lo que iba a venir: cambiarlo todo para volver a la esencia y con todos sus aderezos (los que veáis esta última entrega ya los conoceréis). Fin de partida y punto de salida al mismo tiempo. Conocimos al nuevo Bond, como llega a ser el agente 007, su brutalidad, su ternura escondida tras una máscara de aparente indiferencia. Era un Bond que se ganaba los galones, que sufría un trauma y se vengaba. Y nos quedaba saber hacia dónde se llevaba el personaje. Vista Skyfall, está claro que a los orígenes, pero con un pecado original particular.


Encargar a Sam Mendes la dirección de esta película ha sido un acierto. No nos ha defraudado, especialmente en las escenas de diálogos, de disección de la trama (los cara a cara han sido fundamentales); y se le dan bien las secuencias de acción, especialmente la persecución por Estambul y la locura del tren, así como las escenas en el metro y en la comparecencia de M. La secuencia en la finca escocesa recordarán al Mendes que también dirigía escenas de tensión en Camino a la perdición. Neal Purvis y Robert Wade escriben la historia y Mendes saca provecho de ella. La película empieza con una persecución, una caída y la aparición de un nuevo villano: Raoul Silva/Tiago Rodriguez (Javier Bardem), interesantisimo al principio, autoparódico al final (en cierto modo, como Christopher Walken en Panorama para matar, otro rubiales de bote, por cierto). Un villano a la altura del héroe. Un villano con un enorme complejo de Edipo (para mal), con carencias afectivas elementales y que no puede olvidar la traición. Un villano que juega con la ambigüedad sexual, aunque no deje de ser un gag paródico en relación con el macho alfa que siempre ha sido James Bond. Un Bond, por su parte, resucita a lo Sherlock en las cataratas de Reichenbach (no os destripo nada, básicamente porque el héroe no puede morir) y tiene que adaptarse a un mundo que comienza a intuir que no es el que conocía. La edad pasa factura y aunque consideremos a James Bond como un héroe atemporal, los guionistas deciden darle una vuelta de tuerca al personaje. ¿O quizá es el modo de prepararnos para finiquitar al Bond de toda la vida y, definitivamente, asumir que hay un nuevo agente 007?

M (Judi Dench) asume un rol especial en esta película y surgen personajes nuevos como el "burócrata" Gareth Mallory (Ralph Fiennes). Q resurge con las facciones de un nerd escuálido (Ben Whishaw), pero dispuesto a no ser simplemente quien surte de cacharritos tecnológicos a 007. En cuanto a las sempiternas chicas Bond, tenemos una agente del MI6, Eve (Naomi Harris), que no se resigna a ser la típica chica mona de la franquicia, mientras Sévérine (Bérénice Marlohe) sobra perfectamente como personaje. Si la quitamos de la película, esta no se habría resentido (que funcione como mera correa de transmisión de Bond con Silva se podría haber solventado de otra manera más coherente).

Pero, ¿cuál es el problema de esta película? El excesivo metraje. Mendes ha sido valiente (y clásico) rodando, pero no ha tenido el valor suficiente para recortar en la sala de montaje. La película adolece de un ritmo irregular, prácticamente de montaña rusa, con altibajos muy pronunciados. Quizá la intensidad de los picos baje tanto en los valles que el resultado a la postre produzca un cierto hartazgo. Los 144 minutos de metraje se me antojan excesivos, fácilmente le sobraban 45 minutos a una película que tiene unos enormes méritos pero que se regodea demasiado en sí misma. La necesidad de mostrar escenarios (de Estambul a Dhanghai, luego a Macao, el permanente Londres y finalmente Escocia) lastra demasiado el ritmo de una película que exprime al máximo los clichés habituales de la franquicia Bond. Las secuencias en Escocia son muy interesantes (el significado de Skyfall, el asalto en la noche), pero para entonces ya estaba removiéndome en la butaca. El epílogo llega tarde, aunque anticipa ya que James Bond empieza a rodar de nuevo. Volverá, no lo dudemos.

Si no fuera por el largo metraje, la película sería prácticamente redonda, perfecta en el modo de encarar el cambio de mentalidades en torno a un personaje tan estereotipado como James Bond. La pelìcula lo tiene casi todo: director con talento, héroe atractivo, villano más atractivo aún, escenas de acción, una buena trama. Le sobra metraje y le falta ese punto extra de valentía a la hora de tomar decisiones. Porque Skyfall es una buena película. De verdad.

1 comentario:

liliana dijo...

Bueno, pues a mi no me ha gustado. No me parece que el villano sea un buen villano. Sólo me ha gustado en su primera aparición, en la isla. Después está más allá de la sobreactuación. Es totalmente excesivo. Y la película me ha parecido floja. Sin la intensidad de las otras. Estoy de acuerdo con que Severine es totalmente superflua. Sobra en la peli. Lo mejor Fiennes y quizá Q. Y por supuesto Craig. Sin él la peli se va al garete.