18 de julio de 2014

Utopia y el doble episodio de la 2ª temporada: vuelve el juego

Con su primera temporada, Utopia (Channel 4, 2013) mostró suficientes alicientes como para erigirse en una serie del año 2013. Quedamos atrapados, sobre todo, por un episodio piloto –y un inicio que nos dejaba sin aliento–, en el que nos preguntábamos dónde estaba Jessica Hyde, y seguíamos la huida de cuatro personajes en pos de un cómic. Un cómic maldito que trazaba la senda de un virus que podía reducir la fertilidad de la especie humana y que, por tanto, planteaba un exterminio encubierto de la humanidad. El capítulo final destapaba la conjura, separaba a los forzosos cuatro amigos y dejaba a Jessica en manos de quienes la habían perseguido, en especial de esa maquiavélica mujer, Milner, que descubría que la propia Jessica era portadora del virus. Nos quedamos con ganas de más, aunque la temporada tuviera unos episodios intermedios en los que el ritmo declinaba. Pero nos interesó la estética comiquera –esos colores vivos–, la parafilia conspiranoica y distópica y el rol prácticamente de videojuego de unos personajes que tenían que superar pruebas para desenredad la madeja, comenzando por la propia Jessica Hyde. Un año y medio después, ha llegado una segunda temporada que se ha iniciado con dos episodios en una misma semana y que, ya de entrada, suponen el mejor arranque serial de este verano.

Dennis Kelly sabe que es difícil superar el listón de la primera temporada y que el camino de baldosas amarillas ya nos suena. Por ello ha empezado la segunda tanda con un episodio que en sí es un desafío: digamos, para resumir, que se trata de un flasback de 53 minutos, un larguísimo flashback, que lleva al espectador a conocer de primera mano aquello que se descubría, paso a paso, en los anteriores seis episodios. Es decir: ¿cómo se concibió el virus Janus? ¿Quién era Philip Carvel, su creador? ¿Cómo acabó el virus en el organismo de Jessica? ¿Quién era Milner? ¿Y cuáles fueron los orígenes de Arby? Para responder a las preguntas que el espectador se hacía desde esos primeros seis episodios, Kelly ha escrito un episodio que es un collage visual de ficción e imágenes de noticiarios de los años setenta; pues ahí surge todo, entre 1974 –y el momento en que se conocen unos jóvenes Carvel y Milner– y marzo de 1979, cuando en unos pocos días todo se hunde para el creador del virus Janus, Jessica y Arby son unos niños y Milner mueve los hilos para que la conjura de La Red (The Network) empiece a volar. Es la época del asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas en Italia, la moción de censura contra el Gobierno laborista de James Callaghan en el Reino Unido (y las elecciones que llevan a Margaret Thatcher a Downing Street), los atentados del IRA (o el INLA) que acaban con la vida de Airey Neave (el asesor de confianza de la líder del Partido Conservador) y la fuga radiactiva de la central nuclear de Three Mile Island, en el estado norteamericano de Pennsylvania. De un modo u otro, todo está relacionado con La Red y Carvel. La controversia que surgió en la primera temporada con la secuencia de la masacre en un colegio, mientras Arby persigue al pequeño Grant, junto a la elevada dosis de violencia de la propia serie, se ha vuelto a repetir a causa de la (según se ha denunciado) utilización del asesinato de Airey Neave por parte de Kelly; o la muerte, que casi parece real, de un conejo para visualizar la desinhibición moral del pequeño Arby. Sea como fuere, el primer episodio, con una fotografía de colores sepia y una rugosidad que trata de evocar los años setenta, y un enfoque visual que parece de documental, ha sorprendido muy gratamente y nos deja imágenes para el recuerdo: Carvel. Arby y el conejo; el carácter resolutivo (por encima del amor, incluso) de Milner; la huida de la central nuclear de Three Mile Island (y el pequeño Arby con los brazos en alto), o el origen del cómic y el final de Carvel en un manicomio. Ante semejante episodio, un punto y aparte en la serie, quedaba ver cómo continuaba la serie.

Y es en el segundo episodio donde Kelly demuestra que es capaz de sorprender, como ha hecho con ese collage setentero, y recordarle al espectador que el juego continúa. La trama comienza un tiempo después de donde la dejamos un año antes: Jessica Hyde es prisionera de La Red, torturada e interrogada para que desvele cuáles son los ajustes del virus que tiene inoculado en la sangre; Becky ha desaparecido, al menos para los demás; Ian vuelve a su aburrida vida laboral, mientras esconde a Grant, que todo el mundo cree muerto; y Wilson comienza a trabajar para Milner. La sorpresa es Arby, que ha dejado atrás su trabajo de sicario para La Red, aunque el pasado siempre vuelve… y se le obliga a recuperar su rol. Todas las piezas vuelven a situarse en el tablero para que la partida vuelva a comenzar. Y recuperamos esos colores vivos –ese morado de la secuencia inicial, el verde de los prados, el amarillo de la mochila de Arby–, junto a los viejos planos abiertos y de gran angular que eran tan propios de la primera temporada. Los silencios en medio de las ciudades del interior de Inglaterra, las calles vacías, las casas que parecen abandonadas, los lugares de trabajo con poca gente. Todo parece recordarle al espectador el temor que supone el virus Janus: la extinción de la humanidad y la elección de los que salvarán mediante el azar. La violencia que sacude cuando menos lo esperas vuelve a ser una de las señas de identidad de la serie, con Arby forzado a realizar aquello que pretendía dejar atrás, aunque le queda la opción de elegir el bando en el que quiere luchar. Jessica Hyde, prisionera pero controlando su enclaustramiento con sus propias reglas, se enfrenta directamente a una Milner que sigue siendo tan implacable y despiadada como la primera vez, y que utiliza y sacrifica a políticos y acólitos para los fines de La Red.

El resultado, pues, es un doble episodio inicial de temporada que pone las cosas muy difíciles a Dennis Kelly para poder igualar la tensión y las expectativas creadas en los espectadores. ¿Mantendrán los restantes episodios esa intensidad o sucederá como en la anterior temporada y se producirá un valle narrativo en el que el ritmo decrece (pero no el interés)? Sea como fuere, seguiremos atentos a la pequeña pantalla para descubrir, paso a paso, las andanzas de Jessica Hyde y el grupo de protectores del cómic… aunque esta vez sus caminos están separados y son divergentes.

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