7 de agosto de 2015

Crítica de cine: Inside Out (Del revés), de Pete Docter

Cuenta Pete Docter, director (y alma) de esta película, que la idea de la misma surgió de la realidad que lo rodeaba; en este caso, su hija Elizabeth que, en torno a los once años de edad, cambió radicalmente: de ser una chiquilla alegre y dicharachera (que incluso puso la voz a Ellen, la niña que enamoró para siempre al pequeño y después anciano cascarrabias Carl Fredricksen de Up [2009], anterior película de Docter) a ser una niña taciturna, apagada, triste. ¿Qué le pasó a Elizabeth? Mejor dicho, ¿qué pasaba por su mente para mutar de aquella manera? ¿Era la pubertad la causa de aquel cambio de carácter? ¿"Es la edad del pavo", que se diría? Elizabeth es ahora una adolescente (¡más madera en esa cabecita!) y ha visto la película; le ha encantado, le emocionó una historia que todos los que nos hayamos acercado a verla a una sala de cine también nos ha tocado la fibra. Pero una fibra que no es ñoña, ni sensiblera, ni incluso estilo "disney"; Pixar hace tiempo que creó las bases para un cine de animación que no sólo piensa en los más pequeños de la casa, en atraparlos y maravillarlos: la saga Toy Story (1995, 1999 y 2010), Wall-E (2008) o la citada Up son buena muestra de un cine que seduce y emociona a los adultos, que también piensa en ellos. Quizá Inside Out (Del revés) sea un punto y aparte: sí, es una película para todos los públicos, incluidos los niños (por supuesto), pero estoy plenamente convencido que es sobre todo para los adultos, además de para unos niños de la edad de Riley (y Elizabeth Docter), la involuntaria protagonista de esta película. Niños que no son tan niños y que pueden verse reflejados en ella, en las emociones contradictorias que sienten a medida que crecen.



Decía "involuntaria", pues los protagonistas "reales" de esta película son cinco emociones básicas que "viven" en el interior de Riley: Alegría, Tristeza, Miedo, Asco e Ira. Cinco sentimientos que sintetizan (con las múltiples variantes que se les quiera añadir) las emociones que conocemos y nos hacen sentir de una manera u otra. Alegría se erige en la líder del grupo de emociones que desde La Central, en el interior de Riley, "controlan" (como pueden) el mundo emotivo de una persona, en este caso una niña de once años, pero que también pueden verse en los padres de la niña y en prácticamente cualquier persona (o animal) que la rodee. La película de Pixar podría parecer una vuelta de tuerca a "vamos a conocer el interior de una persona": es decir, veamos cómo es el cerebro de alguien, cómo funciona y cómo siente. Algo parecido habremos visto en otras películas e incluso series animadas de televisión (Érase una vez... la vida [1987], por ejemplo); películas que nos trasladaban "físicamente" al interior fisiológico del cuerpo humano como Viaje alucinante (Richard Fleischer, 1966) y su remake ochentero El chip prodigioso (Joe Dante, 1987); o, también en clave de comedia, Imagine (Karey Kirkpatrick, 2009), en la que Eddie Murphy utiliza el mundo imaginario de su hija para mejorar en su esfera laboral... aunque sin aprovechar el potencial de este punto de partida. 



Pero Inside Out no juega con esas cartas: el guion no pone tanto en acento en Riley como en esas cinco emociones que, de manera contradictoria (como suelen ser las emociones), vehiculan su manera de ser. Así, conocemos a Riley indirectamente, no tanto a ella como al "mundo emocional" que ella ha creado y que al mismo tiempo la distinguen como ser humano; y por ello conocemos las Islas de la Personalidad que la definen y que forman un "archipiélago" de sensaciones y recuerdos en su interior: la Isla de la Familia, la Isla de la Amistad, la Isla del Hockey, la Isla de las Payasadas,... Y ese interior, ese archipiélago emocional, no se circunscribe a emociones y recuerdos: lo que es Riley a nivel de sentimientos resulta ser un microuniverso vasto que además de La Central incluye una particular Biblioteca de Recuerdos (o Memoria a Largo Plazo), que constantemente se actualiza, con Recuerdos Esenciales que se atesoran y guardan, o unos otros que se oscurecen y "olvidan" y van a parar a un Vertedero. Ese universo, preciosamente construido, nos sitúa en un mundo sin fin, como suele ser el Interior de Alguien, y que comienza a verse afectado cuando algo provoca que Riley cambie, deje de ser tan alegre y risueña... en definitiva, deje de ser feliz. ¿Cómo las Cinco Emociones, auténticas protagonistas de la película, podrán lidiar ante unos cambios que pueden provocar un desmoronamiento emocional en el interior de Riley? ¿Qué hacer cuando el inestable equilibrio de esas Cinco Emociones se ve tan alterado?


El guion de Pete Docter y Michael Arndt quizá sea lo mejor de esta película. Un guion sorprendente, que atrapa al espectador adulto (y no tanto) con una historia que inevitablemente simplificará lo que conocemos sobre las emociones y cómo nos afectan, para construir un edificio argumental muy sólido y también muy clásico en su desarrollo. Por un lado tenemos la aventura como punto de partida y la resolución de un problema que se presupone catastrófico, y que se combinan con un doble viaje "emocional" que afecta a dos de las Emociones protagonistas: es a la vez un viaje iniciático y una odisea para "regresar a casa". Añadamos a eso guiños para un espectador adulto, como el Atajo por el Pensamiento Abstracto de la mano del Amigo Imaginario que todos hemos tenido) o los toques de humor (Producciones Sueños, como si el subconsciente onírico fuera el rodaje de una película que cada año se exhibe, en fase REM, cuando dormimos) que quizá un niño no capte y prefiera el entramado visual. Como en Up, la aventura tiene sus más y sus menos, la sensación de montaña rusa que en esta ocasión es Emocional cien por cien, y el espectador sabe que de un modo u otro todo acabará bien. Pero no es tanto esa estructura de principio, nudo y desenlace, perfectamente elaborada, que se presenta aquí lo que llama la atención: es el realismo desbordante lo que seduce, esa mirada lúcida (por muy simplista que se la quiera etiquetar) a las contradicciones emocionales (y emotivas) de una niña de once años; esa compleja e imaginativa recreación de lo que tenemos dentro, ya sea el intelecto, la mente o el vasto campo que la fantasía riega desde que nacemos, y que con los recuerdos (y, porqué no, la nostalgia) se erige como nuestro Yo personal.

Inside Out es una de las mejores películas de Pixar. Un maravilloso viaje a la conciencia humana. Un inteligente relato para todos los públicos (pero sobre todo para los adultos) acerca de qué pasa en nuestro interior. Sobre quiénes somos y cómo somos. Sublime.

PS: no tan sublime, sino más bien tontorrón, resulta ser el corto previo a la película, Lava.

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