4 de noviembre de 2011

Crítica de cine: Somewhere, de Sofia Coppola



Sofia Coppola es asine, como diría una amiga mía. Muy suya. Una niña pija con ínfulas, según algunos; una directora y guionista con talento, capaz de rastrear los vacíos del alma humana en la sociedad globalizada de hoy, ya sea a partir de una novela (Las vírgenes suicidas, 1999), ya sea siguiendo el rastro de dos errantes en Tokio (Lost in translation, 2003), ya sea siguiendo la vida (adolescente) de María Antonieta en los años previos a la Revolución Francesa (película de 2006). Y ahora, esa niña pija que durante su infancia siguió los rodajes de su padre, Francis Ford Coppola, de hotel en hotel; que aprendió que lo suyo no era la interpretación (como demostró clamorosamente en la tercera entrega de El Padrino), y que se siente cómoda contando historias que, para algunos son aburridísimas, para otros peculiares disecciones de la sociedad; ahora, pues, recoge el relevo de Lost in translation y nos lleva a seguir la vacía existencia de un actor de éxito, Johnny Marco (Stephen Dorff), en Somewhere.

Lo que en la película protagonizada por Bill Murray y Scarlett Johansson era la jungla (especialmente nocturna) de Tokio, ahora es un hotel, el Chateau Marmont, en cuya habitación nº 59 vive Johnny Marco. ¿Está entre rodajes? ¿Preparando la promo de su nueva película? Un poco de todo, pero de hecho Johnny llena su vacío existencial, su sensación de no saber adónde ir (como evidencia la secuencia inicial, dando vueltas con su Ferrari aunque sin rumbo aparente), de fiesta en fiesta, manteniendo relaciones sexuales con amigas, novias, exnovias y desconocidas, distrayéndose con dos go-gos gemelas que bailan y se descuelgan de una barra metálica en su habitación, jugando con la Wii o simplemente conduciendo. Durante varios días comparte su vida con Cleo (Elle Fanning), su hija de 11 años, fruto de una relación que no funcionó en el pasado... como no funcionan las de su presente. Cleo le permite ser un buen padre, cuando en realidad apenas conoce a su hija. Y ella intuye que, en su ausencia, Johnny no intenta ser padre. Cleo es un soplo de aire fresco, le acompaña a una entrega de premios en Milán, pero no es alguien que haga que Johnny desee ser mejor persona (y no es que sea un mal tipo), parafraseando al gran Melvin Udall /Jack Nicholson de Mejor... imposible.

El vacío existencial de Johnny se muestra en esos planos largos y esos silencios que tanto le gustan a la Coppola. Poniendo a prueba, en ocasiones, la paciencia del espectador. El hotel es el microuniverso de Johnny, donde se siente seguro, donde es alguien querido, deseado, apreciado, esperado en última instancia. Pero fuera de él, Johnny es un actor de Hollywood que se siente perdido. La película ahonda en la debilidad de un personaje que podríamos considerar inmaduro, irresponsable, incapaz de coger las riendas de su vida; aunque también es cierto que Johnny es consciente de su situación, busca la manera de huir hacia adelante. Hacia donde sea... somewhere.

Para muchos, Somewhere es otra película más que demuestra que Sofia Coppola vende humo, con un estilo aburrido, buscando una posmodernidad impostada y hueca. Para otros, la muestra de que es una directora que no tiene miedo de hacer la película que realmente quiere hacer, que conoce un vacío existencial que quizá ha catado y que con un estilo minimalista muy personal hace buen cine. en cierto modo me sitúo a medio camino de esas dos posturas, quizá simplistas, aunque algo escorado hacia la segunda. Está claro que si te gustó Lost in translation, conectarás con Somewhere. Si no, la etiqueta de niña pija se la seguirás aplicando a Sofia Coppola.

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