4 de noviembre de 2013

Reseña de Librerías, de Jorge Carrión

Probablemente aquellos que lean Librerías de Jorge Carrión, finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2013, tengan una librería favorita, en el recuerdo o de visita habitual. Un lugar que convertimos en santuario particular del conocimiento, un espacio en el que no sólo buscamos aquel libro deseado u hojeamos novedades. Un sitio en el que el silencio puede ser la nota dominante, sólo roto por el suave paso de las páginas, el disimulado (o no) desembalaje del plástico que a menudo envuelve los libros (suelo hacerlo, si no cómo vas a poder hojear un libro, mirar el índice de contenidos, tocar el papel, olerlo incluso…; siempre procurando poner la etiqueta del precio en la contraportada). En ocasiones ese lugar acompaña nuestra presencia con una leve banda sonora que no moleste, huyendo de radiofórmulas y esperando que el lector se sienta cómodo, se quede un buen rato en la librería, si puede incluso se puede tomar un café, y se acaba llevando uno o varios libros. Pues esa es la finalidad de toda librería: que compres libros. Y, gracias por venir y  vuelva pronto.

El Ateneo de Buenos Aires... no he estado.
 Librerías no es sólo un libro sobre tiendas de libros, eso ya lo puede asumir el lector antes incluso de empezar a leerlo. Es un viaje personal, el del autor y el que emprende el lector con sus recuerdos, por aquellas librerías que por todo el mundo ha visitado Jorge Carrión. Si he de ser sincero, no sé cómo reseñar este libro, pues lo fácil sería decir «un libro sobre librerías de todo el mundo», resumir la estructura, comentar algunos capítulos y aplaudir el proyecto del autor. Pero entonces sería «spoilear» el libro al lector, que ya mirando el completo sumario de contenidos en las primeras páginas se puede hacer una idea de lo que va a encontrarse. Y sí, se va a encontrar esa guía de viajes alrededor de unas librerías que le llevarán por diversos países y continentes, coast to coast en Estados Unidos, llegando a la punta sur del continente americano, siguiendo la senda de Bruce Chatwin; o eligiendo algunas librerías como Shakespeare and Company en París, donde los beatniks se reunían y que regentó George Whitman hasta su muerte a los 98 años en 2011, lugar de paso de lectores-viajeros que podían encontrar alojamiento y comida a cambio de trabajar en la librería y, cómo no, de leer muchos libros. Lo cierto es que la idea de mencionar en esta reseña las múltiples librerías que Carrión ha visitado en diversas ocasiones, comprando y sellando su pasaporte invisible, o conversando con sus dueños, o simplemente buscando algún libro que ya tenía en otro idioma (aunque luego uno no pueda leerlo), no me seduce demasiado. Animo a que el lector se adentre en ese viaje librero a lo largo de las trescientas páginas del ensayo y que elija aquellos capítulos (y librerías) que más le llamen la atención.

Pequod Llibres en Barcelona... sí.
Lo cierto es que el libro de Carrión me ha interesado, me ha gustado (y me ha gustado mucho) y hecho reflexionar por algunas imágenes, ideas, llámelas usted como quiera. La Biblioteca es orden, permanencia y control, mientras que la Librería es caos, vivencia y pasajera. Cuántas veces nos habrá pasado que vemos un libro, lo hojeamos, dudamos en si llevárnoslo o no, decidiendo que ya lo compraremos más adelante… y no encontrarlo cuando volvemos por él. Porque lo han comprado, lo han cambiado de estante o incluso lo han escondido (reconozco haber escondido algún libro en la Canuda de Barcelona, pues en ese momento no podía comprarlo). La Librería es el lugar de las eternas y efímeras novedades en sus mesas y cabeceras de góndolas, el lugar donde el tiempo no pasa por quienes la regentan o por sus visitantes pero sí por los libros que entran, se quedan y se van. La Librería no es única, hay modelos diversos: librería de novedades, librería de viejo, de saldos, cafebrería en la que la compra de libros se complementa con una estancia más prolongada en la que se puede tomar un café y comprar algún merchandising, librería de encuentro de autores y lectores, librería-museo o incluso librería-obra de arte, librería-espacio arquitectónico o librería-recogimiento espiritual. Las Librerías son residuos de la libertad y el espíritu crítico en los regímenes dictatoriales… o aparentes espacios de libertad en los que el Gran Hermano Amazon te vigila, te sugiere, te etiqueta y te capitaliza. La Librería de toda la vida, pequeña o grande, debe convivir con los nuevos modelos virtuales en los que la búsqueda de libros se hace por catálogos electrónicos y el pasa las páginas se realiza con modernos lectores en Internet, fríos y kindelizados, pero cómodos desde el ordenador de tu casa. Pequod Llibres frente a la FNAC, por poner dos ejemplos barceloneses (aunque El Corte Inglés es, con diferencia, la «librería» que más vende en España), simbolizan dos modelos de librerías que a priori poco tienen que ver. En Pequod puedes comprar, en su reducido espacio, tanto novedades como estantes de libros de segunda mano, mientras en la FNAC te enteras de las novedades más best-sellerizadas y te haces a la idea de que no es conveniente preguntarle a alguno de los dependientes por tal o cual libro (la de veces que me mordido la lengua para no corregirle a uno de esos estudiantes de paso, siempre diferentes, a los que el lector incauto o mal informado realiza una consulta). Un tipo intermedio podría ser La Central, ya sea la de calle Mallorca o la del Raval, en la que hay un mayor «fondo de armario», dependientes más informados y una presentación de novedades entre las que encuentras bastantes obras en su idioma original, y todo ello a menudo amenizado con un hilo musical que huye de estridencias o incluso te sorprende (dependerá de la persona que lo ponga en ese momento) con la banda sonora de la primera temporada de Treme o piezas clásicas conocidas a ritmo de bossa nova. Añadamos la cafetería o la presentación de libros cada semana y tendremos un espacio en el que el clasicismo de la vieja librería se hermana con una cierta modernidad (y un cierto esnobismo, todo hay que decirlo) en el que uno entra, como librería que es, mira, hojea, decide y compra.

Librería en Calcuta...
La librería ha mutado en muchas ocasiones y no sólo es Santuario, Academia y Cafetería; también es Aduana, Estación de Paso y Residencia. De la librería a la que dedicas tu tiempo, una mañana entera si hace falta, al casi quiosco en el que compras un best-seller para un viaje que debes emprender o en el que ya estás inmerso: en la estación de Termini de Roma he pasado a menudo más tiempo que en 10 Corso Como de Milán, aunque luego resulte que es esta librería lo que más recuerdes de una estancia de treinta y seis horas en la ciudad de los Visconti y los Sforza. En Marcial Pons de la plaza Conde Valle de Suchil de Madrid, a la que siempre acudo en mis viajes a la villa y corte, he podido encontrar libros que habitualmente no ves en librerías «especializadas», y además tuve el placer de conversar con Geoffrey Parker, al que reconocí al instante, y que con gentileza y simpatía me puso al tanto de un libro que se publicaría al cabo de un año y medio. En FNAC del Callao de Madrid te encuentras con algún actor no tan conocido (hablo de hace ya unos cuantos años) que agradece, con su estrechada de manos, que le reconozcas y le preguntes en qué proyectos está inmersos.

Librerías de Jorge Carrión es la guía de viajes personal y el libro sobre libros y lugares donde comprarlos. Y es también el prólogo y el epílogo de la idea de la Librería como tiempo y como espacio; como lo que fue y lo que es, lo que ha estado y lo que ya no es físico. Es la reseña personal de todo lector, de las librerías que ha visitado, que ha querido conocer, en las que ha comprado o a las que simplemente acude para hojear novedades. Es un libro imposible de sintetizar, pues una vez lo empiezas te dejas llevar por tus propios recuerdos y sensaciones. Y una vez lo terminas te preguntas: ¿qué librería voy a visitar hoy?

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