31 de diciembre de 2015

2015 (y III): un año de libros

Y tras el repaso de películas y series de televisión, toca cerrar el año con el repaso de libros. Han sido muchos los libros leídos en este 2015 (noventa), sin incluir los que he leñido para informes de lectura; de todos modos, como siempre hay una excepción para toda norma, sí me gustaría mencionar un libro que se publicará en marzo de 2016 en Estados Unidos y que una editorial española (¡bien!) también editará: Apostle or Bones That Shine Like Fire: Travels Among the Tombs of the Twelve, de Tom Bisell. Y no es el único libro leído para un informe que valdría la pena que se tradujera al castellano. 

Sin más dilaciones, he aquí mis 15 libros del 2015, ordenados por orden alfabético:

1177 a.C. El año en que la civilización se derrumbó, de Eric H. Cline (Crítica, 2015).
Un breve pero jugoso estado de la cuestión, en el que Cline se acerca a la documentación textual y arqueológica de la última etapa de la Edad del Bronce (grosso modo, 1500-1200 a.C.) para tratar de encontrar una explicación a la destrucción de un mundo globalizado e interconectado. Es difícil hallar una única causa de la catástrofe del año 1177 y de las décadas anteriores: invasiones, cambio climático, hambrunas, guerras internas. Cline, de hecho, apuesta por una combinación de diversos factores y por un colapso sistémico como causa del paulatino hundimiento de una economía general (estableciendo incluso comparaciones con la crisis financiera de 2008: qué falló entonces y por qué no hubo una debacle sistémica y total). Un libro síntesis de muchas investigaciones recientes y que arroja un poco más de luz sobre la convulsa destrucción de un sistema político y económico de hace tres milenios… y que además aporta algunas reflexiones teóricas sobre el presente.

1927: un verano que cambió el mundo, de Bill Bryson (RBA, 2015).
Amenísimo, remito a la reseña para más detalles. Un libro que se devora en apenas dos o tres días, que muestra la capacidad del autor de ser divulgativo pero sin rebajar un apice el rigor académico; de hecho, Bryson muestra que hay un camino intermedio entre la divulgación histórica (que a menudo cae en una "divulgarización") y el tono académico. Su método de trabajo (dirigir un equipo de investigadores que reúne datos y que él ordena, reescribe y presenta) es también una apuesta por el trabajo colaborativo. 
 
Delfos. Una historia del centro del mundo antiguo, de Michael Scott (Ariel, 2015).
Michael Scott resigue la historia Delfos, desde aproximadamente el siglo IX a.C. y hasta la Antigüedad Tardía, y cómo su existencia, muy dependiente del medio que lo rodeaba, se moduló gradualmente para convertirse en uno de los centros religiosos más importantes del mundo antiguo (y en el que comercio y religión estuvieron muy interrelacionados). Con pluma ágil y documentada exposición, se detalla el funcionamiento del oráculo pitio y las causas de que gobernantes, reyes y emperadores trataran de tener una respuesta de la divinidad; al mismo tiempo, el control del santuario (formalmente por parte de la Anfictionía) fue un caballo de batalla paralelo a los avatares de la historia de la antigua Grecia. Un libro que se cierra. además, con un narración del proceso de recuperación arqueológica de Delfos en los siglos XIX y XX. 

El Establishment. La casta al desnudo, de Owen Jones (Seix Barral, 2015).
Quizá uno de los mejores libros que he leído en los últimos años sobre cómo funcionan las cosas en el Reino Unido. Un libro de denuncia (y de análisis, que no todos saben denunciar analizando con criterio) de los demanes del Establishment británico para mantener el poder (político, social y especialmente económico). Quizá para un lector hispano pueda parecerle lejano lo que se cuenta, ya que son muchas las diferencias entre lo que tenemos en España y lo que hay en el Reino Unido. Pero hay un tema de fondo que sí es equiparable en muchos países (y a muchos otros de la Europa comunitaria, de hecho): el quebranto del Estado del bienestar por aquellos que viven de él, ya sean corporaciones, bancos, empresas o políticos. Jones realiza un estudio completo (y complejo) sobre cómo los medios de comunicación británicos están, en su mayoría, al servicio del Establishment; cómo los "escuderos" (los think tanks) han creado una retórica y una diléctica para mantener, apoyar y vivir del Establishment; cómo las desigualdades sociales se perpetúan en beneficio del capital y sus agentes, mientras la ciudadanía paga la factura de un Estado que cada vez les protege y beneficia menos (privatización del National Health Service; depauperización del trabajo y de las ayudas por desempleo, mientras se favorece a empresas que no incentivan el trabajo, sino que se lucran con los subsidios); cómo las grandes fortunas hacen lo (im)posible por defraudar impuestos; cómo la City no sólo condujo al país a la crisis financiera de 2008, sino que además consiguió ser rescatada (más de un billón de libras) e irse de rositas; cómo las fuerzas de orden público han establecido un "orden autoritario" que se protege a sí mismo, mientras se actúa con principios racistas, sexistas y violentos en algunos casos ("leyes mordaza" mediante y no sólo ello); cómo la clase política británica ha convertido en cotidianas las "puertas giratorias" y los conflictos de intereses entre el servicio público y los intereses personales son norma habitual; y cómo la retórica de que hay "gorrones" que viven del Estado enmascara la realidad de empresas y corporaciones que son las que más benefician del Estado, por mucho que proclamen que la solución está en el libre mercado, cuando en realidad han establecido un "socialismo para ricos". Un libro que conjuga periodismo de investigación, un estudio sociológico y una crítica política que induce a la reflexión.  

El Tercer Reich en la historia y la memoria, de Richard J. Evans (Pasado & Presente, 2015).
Estamos ante un complemento de su trilogía sobre el Tercer Reich y también ante un particular estado de la cuestión, siendo a la postre una recopilación de artículos especializados y reseñas de libros sobre aportaciones diversas respecto a la República de Weimar y el período nazi: de Götz Aly a Ian Kershaw, de Paul Kennedy a Timothy Snyder, pasando por Peter Fritzsche y Mark Mazower, entre otros autores, y sobre temas que van de la economía a los exterminios, de la configuración de un “imperio” nazi a la evolución militar de la Segunda Guerra Mundial, de la formación de una “comunidad nacional” por parte de los nazis a las expulsiones de alemanes al final de la guerra en Europa oriental, entre muchos otros. En las reseñas Evans se muestra y analítico, destaca las aportaciones recientes y critica errores (a veces con excesiva pasión) y líneas de trabajo mal desarrolladas. En los artículos académicos, por su parte, se incide con detalle en cuestiones como la relación entre coerción y consentimiento de la población alemana al régimen hitleriano (que reprimió los derechos civiles y no permitió ningún tipo de oposición), la implicación de los diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores en los crímenes (no promovieron el exterminio si bien lo facilitaron) o el estudio del genocidio judío como un hecho histórico con paralelismos en otras naciones y épocas (poniendo en su contexto la “singularidad” del caso nazi). El resultado es un libro que incita constantemente al análisis y la reflexión, y que deja meridianamente claro que el estudio del nazismo no está cerrado. 


En cuerpo y alma. Ser mujer en tiempos de Franco, de Aurora Morcillo Gómez (Siglo XXI, 2015).
Un excelente libro y una mirada muy diversa al papel asignado a la mujer durante la dictadura franquista. Un fragmento de un informe de la Sección Femenina de Falange de 1959 resume cómo se veía desde el régimen el model de mujer ideal: «La mujer española, por psicología y formación, dirige sus pasos hacia el matrimonio y el hogar como meta principal. Y cuando ocupa puestos que de antemano le estaban reservados al hombre, lo hace con feminidad, sin alardes feministas [...]. En cuanto a las características psicológicas hay una mayor unidad. La mujer española en general tiene un profundo sentido religioso cristiano, y su moral responde íntegramente al concepto que de virtud tiene la iglesia católica» (La mujer española (1959), pp. 4 y 37; citado en p. 381). Pero la realidad era mucho más poliédrica. Morcillo Gómez resigue la lectura "neobarroca" que el régimen franquista trató de imponer en cuanto al rol de la mujer, sí, pero también sobre esa España "nueva", en realidad tradicional, que se estableció desde el 1 de abril de 1939. Un discurso, citando a Alejandro Varderi en la p. 444, en el que lo neobarroco es esencial, «debido a su capacidad para establecer un continuo con el pasado mediante la apropiaciòn de la estética barroca». El control del cuerpo femenino, ya sea desde leyes que afectaban a la educación de las mujeres, el rol social en una sociedad que desde los años cincuenta inicia una tímida "modernización" (a pesar de Franco) o el papel rector que quiere asumir la Sección Femeniza, conduce a una intensa campaña para "educar" a la mujer española, a dictarle las normas de comportamiento, a establecer el paradigma de la matrona y esposa (la "buena" mujer frente a la "mala" mujer: la descarriada, la perdida, la prostituta) y a consolidar un modelo familiar católico, tradicional y al servicio de la patria. La sociedad de consumo, desde finales de los años sesenta, obligaría al régimen a redefinir el modelo de mujer, incidiendo, por ejemplo, en cómo y para qué debe acceder al mercado de trabajo. El análisis que hace la autora de la imagen de la mujer en el cine (y el propio discurso sobre la censura cinematográfico), con el doble ejemplo de Aurora Bautista (la "buena" mujer en el cine... y la crítica que se estableció en La tía Tula [Miguel Picazo, 1964]) y Sara Montiel (la "mala" mujer de El último cuplé [Juan de Orduña, 1957]), me recuerda, en otra escala, la dicotomía entre Jackie [Kennedy] y Marilyn [Monroe] que estaba muy presente en los primeros años sesenta en Estados Unidos (y que se mostraba en las primeras dos temporadas Mad Men). 

Interregno, de José Vicente Pascual (Ediciones B, 2015).
He leído pocas novelas en este 2015 y esta es la que me gustaría destacar. Una novela histórica que trasciende el género. Remito a la reseña, extractando parte de ella: «[...] En definitiva, estamos ante una novela que convierte el cuento en razón de ser, sin que necesariamente la sucesión de relatos construyan per se un único texto. Pascual crea un detallado miocrouniverso vadiniano, un mundo que se sitúa en los intersticios temporales y geográficos de algo que huele a verosimilitud, a algo que existió, que pudo o no pudo ser así, pero que despierta ecos de un tiempo en el que un territorio se vio afectado por muchos cambios y catástrofes; una época en la que parecía que la civilización retrocedía. Pero ya había una «civilización» en Vadinia, una mitología propia, una manera de entender la relación con el entorno y aceptar de una manera u otra la llegada de lo «nuevo». Interregno empieza y acaba por ser esa novela que afortunadamente se escapa de la mera etiqueta de «histórica», que se libera de corsés y «compartimentos estancos», y que reflexiona sobre el paso del tiempo, el legado que permanece y el recuerdo narrado como testamento de un mundo que fue… que en realidad es.» 
 
La caída de los otomanos. La Gran Guerra en el Oriente Próximo, de Eugene Rogan (Crítica, 2015).
Un excepcional libro que nos recuerda que, aunque considerado un escenario secundario, el desarrollo de la Gran Guerra en el imperio Otomano fue determinante para comprender el actual Oriente Próximo. Rogan conduce al lector a la caída del imperio Otomano, «el hombre enfermo de Europa» desde finales del siglo XIX… pero que aún contó con una enorme vitalidad desde que los Jóvenes Turcos se hicieran con el poder en 1908. La Gran Guerra forzó a los otomanos a escoger un bando, que no necesariamente tuvo que ser el de las Potencias Centrales, hasta que finalmente declararon la guerra (y la yihad) contra la Entente en otoño de 1914. Los alemanes dotaron a los otomanos de financiación, armas y enviaron comandantes brillantes como Otto Liman von Sanders, pero en Estambul predominaron siempre los planes del triunvirato formado por Ismail Enver, Ahmed Cemal y Mehmet Talat. Desde Londres, la guerra en el frente europeo priorizó los esfuerzos aliados, si bien las primeras ofensivas otomanas en Egipto, Siria y la Anatolia oriental fueron desastrosas y provocaron en británicos, australianos, neozelandeses y franceses la idea de que una ofensiva en los Dardanelos haría derrumbarse a la Sublime Puerta. Pero el año 1915 (Galípoli y Mesopotamia mediante, con el asedio a Kut el Amara en los primeros meses de 1916) fue una debacle para las potencias occidentales; sólo la rebelión árabe en el verano de 1916 y la captura de Bagdad en marzo de 1917 empezaron a cambiar las tornas, así como el empuje hacia Jerusalén desde Egipto en 1918. Rogan plantea que, a pesar de ser derrotados los otomanos, su caída se produjo al aceptar los implacables términos establecidos en el tratado de paz de 1920, que provocó la revolución que derrocaría el sultanato. También se trata el genocidio armenio, producido en 1915 (con precedentes desde décadas atrás) como consecuencia de la paranoia otomana, que consideraba a los armenios colaboradores de los rusos en Anatolia oriental. Finalmente, los acuerdos secretos entre Inglaterra y Francia y la Declaración Balfour convulsionaron las relaciones con los árabes y dinamitaron la posibilidad de crear un Oriente Próximo estable, herencia de aquella Gran Guerra. Lo dicho: excepcional.

La destrucción de la Cristiandad. Europa 1517-1648, de Mark Greengrass (Pasado & Presente, 2015).
Un libro general y actualizado, pero muy jugoso, sobre la Europa de la Reforma protestante, de la reacción católica, de los estados en pugna (más allá de la querella entre Habsburgos y Valois/Borbones), del enfrentamiento contra el Turco… pero también la Europa de los campesinos, comerciantes, monjes, militares y exploradores. La Europa del conocimiento científico y de la disputa religiosa, de los misioneros y escritores, del mar Mediterráneo y de los horizontes extraeuropeos a los que se llega para quedarse. Greengrass sitúa el continente europeo en un período de cambio y sin vuelta atrás: el final de una Cristiandad (más o menos) unida y que, Reforma(s) religiosas mediante, avanza paulatinamente hacia lo que el autor llama “paroxismo” (más que “crisis”), con guerras que durante más de un siglo modularon la evolución política, social y económica del continente, y con cambios trascendentales. De hecho, el período final que trata el libro (la década de 1640) conlleva la ejecución de un rey en las Islas Británicas (con tres guerras civiles a la vez), la crudeza de la Guerra de los Treinta Años en el ámbito alemán, las revueltas y crisis de la Monarquía Hispánica (embarcada a su vez en conflictos con Francia y las Provincias Unidas), guerras en el este y el norte… y una paz (Westfalia, 1648) que reordena en gran parte las dinámicas de conflicto religioso iniciadas en 1517. Se reevalúa en el lector la imagen que pudiera tener de la primera Europa moderna, abriendo el abanico a escenarios complejos (la Mancomunidad polaco-lituana, por ejemplo), con especial detalle a los grandes estados europeos (España, Francia, Inglaterra) y al conglomerado alemán. Un libro de referencia. 

La historia silenciada de Estados Unidos, de Oliver Stone y Peter Kuznick (La Esfera de los Libros, 2015).
Un estupendo complemento a la serie televisiva que Stone (puede verse en Vimeo, por ejemplo) presentó en Showtime en 2012. Un libro que ofrece una visión muy crítica y aúna el revisionismo de izquierdas con un rigor historiográfico sólido y un ritmo vertiginoso. El resultado es una historia de los Estados Unidos entre la Primera Guerra Mundial y la presidencia de Barack Obama. Llama la atención la escasa atención prestada al “frente interior” del país, más allá de la guerra sucia contra sindicatos y los socialistas –a destacar episodios desconocidos como el Comité Nye que investigó entre 1934 y 1936 los negocios ocultos de empresas armamentísticas estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial, vendiendo armas a los países beligerantes mientras el país se mantuvo al margen hasta 1917–, prefiriendo los autores poner el acento en las relaciones internacionales del país. Como es lógico, la Guerra Fría ocupa la mayor parte del libro y el relato gira alrededor del miedo, la arrogancia y la ignorancia que jalonan los mandatos presidenciales (apenas hay héroes en esta historia, siendo Henry Wallace una excepción discutible): la bomba atómica y la carrera nuclear, la crisis de los misiles de Cuba en octubre de 1962, la guerra de Vietnam (Nixon mediante), las trapacerías en el "patio trasero" (América Latina), el fin de la distensión y la presidencia de Reagan (quizá uno de los políticos más discutidos en el libro), la “guerra contra el terror” en este milenio... Hay que destacar el incisivo análisis de aspectos menos conocidos (a este lado del charco) como la escalada atómica de Eisenhower (antes de la denuncia del "complejo militar-industrial" en su discurso de despedida en enero de 1961) o la reevaluación (muy negativa) del primer mandato de Obama, que decepcionó a unos y otros con una política internacional que no abandonaba el unilateralismo de Bush y Cheney –al contrario, lo exacerbó– y que se plegó sin condiciones a Wall Street. Quizá su crítica más severa sea al mismo tiempo su mejor virtud: en la denuncia y la subjetividad con que tiñen el relato se hallan las semillas de la reflexión sobre el papel de Estados Unidos en la historia mundial reciente, y la esperanza de que el futuro sea mejor que el complejo presente que vivimos.


La transformación del mundo. Una historia global del siglo XIX, de Jürgen Osterhammel (Crítica, 2015).
Un contundente volumen que también escapa a etiquetas y categorizaciones. No es una historia pormenorizada del siglo XIX, con una narración lineal, pero sí un estudio completo de esta centuria en diversas esferas. Un libro de "historia universal", que huye de desarrollar un análisis y narrar la historia del siglo XIX en función únicamente de las "historias nacionales", y que prefiere hacerlo a través de capítulos temáticos de largo alcance que tocan temas esenciales. De entrada, una primera parte digamos que de corte "metodológico"... pero que va más allá de esta etiqueta, titulada "Aproximaciones", y en la que el autor sitúa al lector en cómo el siglo XIX se observaba a sí mismo (a través de las fuentes creadas) y a una idea de "memoria" que trasciende el propio ámbito temporal. A continuación, conviene ubicarse en el tiempo: ¿qué entendemos por siglo XIX? ¿Cuándo empieza y cuándo acaba? ¿Cómo se modula? ¿Hasta qué punto son útiles etiquetas como era victoriana o fin de siècle?; y en el espacio: ¿cuáles fueron los espacios "geográficos" del siglo XIX? ¿Por qué decimos Oriente Medio o Latinoamérica? ¿Cómo se concibe el mundo desde diversas partes del mismo? Esta parte resulta muy braudeliana en su concepción (Osterhammel mantiene la vigencia del autor francés). A continuación se inicia el grueso del libro, una segunda parte titulada "Panoramas", que discurre en capítulos organizados sobre el análisis de una serie de conceptos que se aplican en "historia universal" para toda la historia del planeta en el "siglo XIX": población, migraciones y asentamientos; estándares de vida (enfermedades, catástrofes naturales, hambrunas, pobreza y riqueza, sociedad[es] de consumo); ciudades, fronteras, imperios y estados nacionales; sistemas de poder, guerras e internacionalismos; revoluciones y el Estado (con mayúscula). La tercera parte, titulada "Temas", toca cuestiones transversales: energía e industria, trabajo, redes, jerarquías, conocimiento, "acción civilizadora" y exclusión, y religión. Completo es decir poco: es ya una obra de referencia ineludible. 

La música en el castillo del cielo. Un retrato de Johann Sebastian Bach, de John Eliot Gardiner (Acantilado, 2015).
La pasión de Gardiner por Bach, que siempre le ha acompañado, llena este libro que no se queda en la mera categoría de la biografía. Conocer a Johann Sebastian Bach es hacerlo también de la época en que vivió, de los referentes (y precedentes) musicales que conoció, del influjo de Lutero y su doctrina en su manera de crear una música que tendiera puentes hacia Dios, de su necesidad de crear música que no fuera un mero relleno de los servicios sacros, para así poder comprender a fondo qué significó su obra musical. Conocemos también al irascible compositor que a lo largo de su vida cambió de residencia y cargo en cortes de diversa entidad en el Sacro Imperio Germánico; sus decisiones, sus querellas, su en ocasiones precariedad "laboral", con una amplia familia que mantener. Gardiner desarrolla algunas de las principales obras de Bach, como las Pasiones de San Mateo y de San Juan, y analiza a fondo el ciclo de cantatas. No hay una mitificación del personaje, se muestra a un Bach muy "humano", para bien o para mal. Un Bach complejo y un magnífico libro.  

¿Matar a Sócrates?, de Gregorio Luri (Ariel, 2015).
Un libro sobre Sócrates, su juicio y su muerte... y un libro sobre filosofía (el prólogo es una reflexión sobre el sentido de la propia filosofía, sobre la necesidad de "leer sin prisa" a Platón). Un libro que siguiendo las migas de algunos de los diálogos platónicos (los relacionados con los últimos días de Sócrates, de la Apología a Critón y Fedón, pasando por otros como Político o Eutifrón), sitúa al filósofo ateniense en una particular encrucijada: la de quien es crítico con el sistema democrático en algunos aspectos pero se deja condenar y morir por convicciones personales, quizá no muy sólidas pero coherentes con lo que Sócrates pensaba que debía hacer. Puede incluso leerse como una particular biografía del personaje y su papel en la Atenas de la segunda mitad del siglo V a.C. Un libro que deja más de una semilla de la reflexión en en lector curioso.  

Roma Corrvpta, de Pedro Ángel Fernández-Vega (La esfera de los libros, 2015).
Un libro que no es un estudio de la corrupción en la Roma republicana, sino sobre las secuelas de la Segunda Guerra Púnica en la Roma de finales del siglo III a.C. y sobre algunas prácticas corruptas en las primeras dos décadas del siglo II a.C. La Roma ciudad-Estado de este período se debatió entre el tradicionalismo de sus costumbres sociales y religiosas y la adopción de modas, cultos y comportamientos de procedencia helenística. De ahí a la corrupción, que impregnó el círculo de los Escipiones y combatió Catón el Censor, apenas había un paso. Fernández Vega indaga en las causas de la corrupción convertida en caballo de batalla por las principales facciones políticas y traza un estudio de la permeabilidad de la República romana a la influencia cultural helenística. Los botines de guerra, desde las conquistas de Siracusa y Tarento en la guerra anibálica y especialmente en las guerras de la década de 190 a.C., hicieron afluir ríos de plata y oro a la ciudad, suficientes para enjugar las deudas de guerra pero también para que comandantes militares se enriquecieran legal o ilegalmente (el abuso de la discrecionalidad en la gestión de dichos botines, que llevaría a la caída de los Escipiones) y se produjeran diversos procesos judiciales. La ambición por lograr un triunfo se convirtió en una enconada lucha entre Senado, cónsules y comandantes militares, mientras la obtención de la censura (por el control de los contratos públicos que suponía) llevó al límite la pugna entre facciones políticas (tradicionalistas, filohelenistas y una “tercera vía” con Flaminino al frente). Fernández Vega traza las disputas entre pueblo (o plebe) y Senado (y nobilitas) y cómo la llegada de los cultos orientales forzó una ofensiva conservadora, en la que la represión de las bacanales del 186 a.C. sería un punto y seguido (pero no final). El teatro de Plauto aporta una mirada incisiva sobre la “opinión pública” en ese período, además del papel de las mujeres para lograr una (cierta) autonomía y los cambios sociales de una potencia mediterránea que se enriquece e inevitablemente se corrompe. Fascinante libro.  

SPQR. A history of Ancient Rome, de Mary Beard (Profile Books, 2015).
Y termino con un libro al que la autora ha dedicado quince años, para elaborar así una obra dirigida a un público general y diverso, y en el que el lector ya avezado en la materia (como es mi caso) también encuentra una lectura estimulante e incluso "novedosa". Pues contar una historia que más o menos todos conocemos pero que al mismo tiempo resulte “nueva” requiere mucha investigación, reflexión y análisis; y se percibe en varios capítulos y con perspectivas que escapan a lo comúnmente aceptado o trillado. Beard abarca un milenio de historia romana, que comenzaría en la nebulosa de la fundación de la ciudad y llega hasta la Constitutio Antoniniana de 212 d.C., que extendía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio. Escrupulosa en la tarea de desbrozar los tiempos legendarios de Roma, y que alcanzan hasta bien avanzada la República romana en el siglo IV a.C., elabora un texto en el que se traza la evolución de Roma de ciudad-estado a imperio mediterráneo, pone el acento en un análisis social y político (más que bélico, pero trata los elementos más importantes al respecto) y se preocupa especialmente por la historia de los “romanos corrientes”; se plantea qué distingue a Roma de otras ciudades-estado del marco mediterráneo, cómo se forjó la República a lo largo de varios siglos, cuáles fueron las causas de su declive y qué “transformaciones” realizó Augusto para cambiarlo todo pero que en cierto modo todo pareciera igual. Son especialmente brillantes los capítulos dedicados a la etapa imperial, que ponen en solfa la “leyenda negra” de algunos emperadores y destacan los mecanismos de gobierno, administración y “romanización” del imperio, tanto en la capital como en las provincias. Su “conversación” con los romanos de la época (de)muestra que podemos seguir aprendiendo mucho de su historia: sus debates sobre el poder, el significado de la ciudadanía, la responsabilidad política o cómo regir un imperio (y especialmente cómo no hacerlo). Apasionante libro.

2 comentarios:

Clodoveo11 dijo...

Hala, toca despedir el año bibliófilo. Por cierto, que este año he leído bastantes pero muy cortos (me he pulido casi la biblioteca Akal del Mundo Antiguo, que ya iba siendo hora). Sobre tu selección me fijo en:

- El de Cline me hacía gracia al principio de año, pero hice caso de tu recomendación del de los Filisteos de Yasur Landau, más RAW espero. ;-)

- El de los otomanos, que me parece muy, muy interesante.

- Los de Bryson, que desde su Breve historia de casi todo me parece un excelente autor divulgativo, como comentas, pero sin pasar de ahí.

- Y el de Osterhamel SÍ que me gustaría, pero su precio me resulta escandaloso (sí, ya sé que es un adobe de la Gran Pirámide...). Si lo pillo de hiperoferta por algún Ebay quizás.

Del resto paso. O me resultan repetitivos o fuera de mis intereses o sesgados.

Oscar, gracias por un año de buenas recomendaciones y que pases buena noche, ésta y todas las del año que viene, que espero tengas salud y suerte. A ver si a todos nos resulta mejor que éste, o si no, por lo menos no peor. :-)

¡Un saludo!

Oscar González dijo...

A ver qué podemos leer en 2016. ¡Feliz 2016!