24 de febrero de 2018

Crítica de cine: En la sombra, de Fatih Akin

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Una cámara de vídeo graba en el interior de una prisión a un recluso recibir múltiples celebraciones. ¿El motivo? Va a casarse. Vemos inmediatamente la breve ceremonia civil y el beso de los novios. Pasamos al presente. Nuri Sekerci (Numan Acar) se ha reinsertado en la sociedad y tiene una especie de gestoría que asesora a inmigrantes kurdos como él como traductor y en relación a cuestiones burocráticas. Con Katja (Diane Kruger) ha tenido un hijo, Rocco (Rafael Santana), las cosas van bien para una familia que, como muchas otras, trata de seguir adelante en Hamburgo, habiendo superado los recelos de sus respectivas familias. Pero, aun siendo Alemania un país que ha recibido y, hasta cierto punto, “normalizado” la convivencia con inmigrantes (muchos turcos y kurdos, por ejemplo), el rechazo social sigue presente (y latente) en una sociedad que últimamente ha visto el auge de partidos políticos con un programa xenófobo. Una tarde, Katja deja a Rocco en la oficina de su padre, pues ha quedado con su hermana embarazada, Birgit (Samia Chancrin); al salir ha visto a una mujer dejar una bicicleta delante de la oficina, apoyada en una farola, y le ha advertido que si no la ata se la robarán. Cuando de noche regresa, Katja encuentra un cordón policial: ha estallado una bomba, causando dos víctimas mortales: los resultados de ADN confirmarán en breve que se trata de Nuri y Rocco. Katja entra en shock. ¿Qué ha ocurrido? La policía comienza su investigación y los indicios apuntan a un atentado terrorista contra la oficina de Nuri. Neonazis, es la primera hipótesis, y la información que aporta Katja lleva a la detención de Edda (Hannah Hilsdord) y André Möller (Ulrich Brandhorf), vinculados a grupos de extrema derecha. Para Katja comienza una nueva vida, con el propósito de encontrar justicia por el asesinato de su familia.

16 de febrero de 2018

Crítica de cine: Muchos hijos, un mono y un castillo, de Gustavo Salmerón

¿Pueden ser las vértebras de una abuela asesinada durante la Guerra Civil convertirse en uno de los mcguffins más originales del cine español (y me atrevo a decir del de más allá de nuestras fronteras) en los últimos años? Pues Gustavo Salmerón lo hace en la película documental con la que ganó el Premio Goya de la categoría en este 2018. Y eso que Muchos hijos, un mono y un castillo –título también mcguffinero donde los haya– es bastante más que la búsqueda de unas vértebras humanas en un piso (y un castillo) por parte de los hijos de Julita Salmerón, madre del director, protagonista y alma (máter) de un documental que ya en su tráiler prometía hacérnoslo pasar bien y descubrir a una señora de 82 años. A lo largo de la hora y media que dura este documental, que a su vez recopila las grabaciones que Gustavo hizo personalmente durante años y a su vez recoge fragmentos de cintas de vídeo de varias décadas de la familia Salmerón, Julita reflexiona sobre su existencia y se muestra con una autenticidad que a priori podría parecer algo impostada pero que enseguida logra atraparnos con su manera de entender la vida. Julita Salmerón, una mujer que provoca ternura y carcajadas, que te la llevarías a casa y la tendrías en el sofá contándote mil y un detalles; probablemente, mi persona(je) favorit@ de este 2018 recién empezado.

Canciones para el nuevo día (2410/1639): "I Was Made For Loving You Baby"

Kiss - I Was Made For Loving You Baby

 Disco: Dynasty (1979) 

10 de febrero de 2018

Crítica de cine: The Florida Project, de Sean Baker

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Suele ser tradición que en la carrera de los Oscars de cada año destaque alguna(s) película(s) del llamado cine “independiente”: cinta(s) modesta(s) en cuanto a presupuesto y que suele(n) ser realizada(s) por directores y guionistas con un estilo muy personal y (a priori) al margen de las grandes productoras hollywoodienses. En la cosecha de este año parece que Lady Bird es la que más se acerca a esta etiqueta entre las nominadas a mejor película y acumula algunas candidaturas más, mientras que The Florida Project, película que bien puede incluirse en el marco (y el estilo) de ese cine independiente, ha tenido que conformarse (es un decir: acopia candidaturas y premios en numerosos festivales y certámenes) con una nominación a mejor actor de reparto (para Willem Dafoe). No sorprende demasiado: coescrita (en colaboración con Chris Bergoch) y dirigida por Sean Baker, The Forida Project es un retrato íntimo de aquellos que no participan del “sueño americano”, un tema que podría no ser del gusto de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas; si al menos el sufrimiento desaforado a lo Precious estuviera presente, parece escucharse sotto voce, la cosa les impulsaría a dejarse impactar y premiar con muchas nominaciones, pues el sufrimiento “mola” (entiéndase la ironía). No es el caso: quizá este filme sea una metáfora del fracaso de ese “American Dream”, pero sin necesidad de recargas las tintas en lo obvio ni de amargarles en exceso la diversión a personajes como la pequeña Moonee (Brooklyn Prince, todo un descubrimiento).

Crítica de cine: David Hockney en la Royal Academy of Arts, de Phil Grabsky

Crítica publicada también en el portal Fantasymundo.

Nota: este documental llega a las salas de cine no como estreno regular, sino como evento cinematográfico de duración limitada. Exhibidores como Cinesa y Yelmo a nivel nacional, y Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán en los días 12 y 13 de febrero, en algún caso vinculado a una programación cultural especial; consúltese sus webs para saber en qué cines se emitirá.

David Hockney (n. 1937) es uno de los pintores británicos más relevantes en la actualidad. Su obra es coetánea de artistas como Francis Bacon y Lucian Freud, y con ellos volvió a “poner de moda” (si se me permite la expresión) la pintura figurativa en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando la abstracción de pintores como Jackson Pollock parecían inundarlo todo (por supuesto, no fue así, pero en aras de la simplificación, que no simplicidad, no nos pondremos a disertar sobre la pintura, el arte en general, de la segunda mitad del siglo XX). Vinculado activamente al Pop Art (del que Andy Warhol no fue el único profeta), viajó por primera vez a Los Ángeles en 1964, donde estableció su residencia permanente desde 1978, y donde tiene su estudio, tras varias estancias en Londres y París. Hockney se convirtió en un artista muy popular con sus retratos y sus exposiciones siempre han tenido un enorme éxito. Precisamente, y cuando el artista ya estaba en su octava década de vida, la Royal Academy of Arts de Londres organizó dos exposiciones temporales, en 2012 y 2016, con dos de los géneros que el pintor británico ha trabajado a fondo en su carrera: el paisajismo y el retrato. Fruto de entrevistas con Hockney en ocasión de las dos exposiciones llega a las salas de cine un documental, David Hockney en la Royal Academy of Arts, que permite conocer a fondo la obra de este carismático pintor.

6 de febrero de 2018

Reseña de El jinete pálido. 1918: La epidemia que cambió el mundo, de Laura Spinney

Esta reseña parte de la lectura del original en inglés.  Notas entre paréntesis, al final de la reseña.

La mal llamada "gripe española" (1) provocó entre 50 y 100 millones de muertos en el período 1918-1920: más que las dos guerras mundiales juntas. Las primeras evidencias de la pandemia surgieron en Camp Funston, Kansas, en marzo de 1918, en un entorno castrense y de soldados que estaba previsto enviar al frente de la guerra en Francia. Quizá por ello la enfermedad saltó con virulencia en Étaples, en el frente occidental; en abril la enfermedad, que ya se había extendido por el Medio Oeste estadounidense, había llegado a las trincheras del frente occidental; a finales de mayo la gripe se había extendido por el resto de Francia, Italia, España (el rey Alfonso XIII enfermó, pero se recuperó), Reino Unido y Alemania (la blitzkatarrah, como la llamaron los soldados alemanes), Polonia, Ucrania y el sur de Rusia. Se extendió al norte de África, desde donde avanzó hacia el este, la India, China y Japón. A finales de julio llegó a Australia y entonces comenzó a remitir. Fue la primera oleada de la epidemia y se circunscribió en aquellos meses a la evolución de la guerra y a un escenario bélico en el que la llegada de tropas y el movimiento de las mismas se consideró un catalizador de una enfermedad que, no obstante, sorprendió por su extensión y estragos: alrededor de un millón de soldados alemanes enfermaron y no pudieron participar en las operaciones de primavera que conformaron la última ofensiva de las Potencias Centrales en el frente occidental.

Canciones para el nuevo día (2402/1631): "Won't Get Fooled Again"

The Who - Won't Get Fooled Again

Disco: Who's Next (1971)